Algunos jóvenes católicos rompen los esquemas
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published septiembre 12, 2013 | Available In English
Incluso los mejores comentaristas sociales tienden a categorizar a la gente. Este enfoque tal vez les facilita el poder describirnos a grandes rasgos. Durante mucho tiempo hemos agrupado a generaciones completas de personas, como por ejemplo la Generación Perdida y la Gran Generación, por mencionar sólo algunas de las más viejas; y más recientemente, la Generación Milenio, la Generación X, la Generación Y y muchas otras clasificaciones contemporáneas.
Mientras los comentaristas agrupan a las personas según algunos rasgos comunes o de acuerdo con una coincidencia histórica, estas categorías nunca son perfectas e inevitablemente descuidan las diferencias individuales que las personas tienen y exhiben, dentro de esas clasificaciones. Las personas nunca están perfectamente agrupadas simplemente por los atributos y las características que podrían compartir con otros.
Durante las últimas dos semanas, he estado con varios de nuestros grupos de jóvenes adultos católicos y ellos parecen desafiar los atributos que tan generalmente se aplican a este grupo.
Hace poco tiempo, tuve alrededor de 20 de ellos en mi casa para una conversación casual. Ellos fueron honestos y no se contuvieron al expresar que en ocasiones se sienten desconectados con la Iglesia, pero lo hicieron porque quieren sentirse conectados.
Ellos no son religiosos en la misma exacta manera que sus padres ni que sus abuelos podrían haberlo sido. Nuestra Fe Católica es la misma pero los retos que ellos enfrentan actualmente al vivir y practicar la fe, son muy diferentes.
Necesitan ocasiones y oportunidades para conectarse unos con otros y para poder apoyarse mutuamente frente a un medio secular duro. Muchos de sus amigos católicos y no católicos están frecuentemente en relaciones no convencionales –casados de nuevo, viviendo juntos por fuera del matrimonio, en uniones del mismo sexo y viviendo una vida sexual activa antes del matrimonio. Sin embargo, estos mismos hombres y mujeres son sus amigos y continúan interesándose por ellos.
¿Cómo deben responder de acuerdo con su fe católica y al mismo tiempo ser compasivos con las personas por quienes se interesan tan profundamente? Estos maravillosos jóvenes necesitan la comprensión y el apoyo de la Iglesia a medida que se enfrentan a situaciones morales y éticas que simplemente desafían el catolicismo tradicional.
Me sentí muy orgulloso de ellos esa tarde, al escucharlos hablar con su arzobispo honestamente y de corazón. Ellos hacen parte de un grupo de jóvenes adultos católicos que frecuentemente no está representado dentro de las amplias generalizaciones de sus compañeros. Sólo desearía que hubiera más de ellos y muchas más ocasiones para que pudieran conectarse conmigo y con la Iglesia.
También puedo decir lo mismo de otro grupo de jóvenes con quienes celebré la Eucaristía la semana pasada, durante la conclusión del retiro “Los Adolescentes Encuentran a Cristo” (TEC por sus siglas en inglés), en un centro de retiros en Dallas, Georgia.
De nuevo, estos jóvenes fueron muy serios acerca de su fe católica, pero antes de que llegara a celebrar la Santa Misa, ya habían expresado su deseo de escuchar homilías que estuvieran dirigidas a ellos y que los motivaran. Ellos fueron lo suficientemente amables conmigo como para decir que cumplí con sus requisitos, por lo menos en esta ocasión. Fueron fervientes en su fe, pero también fueron optimistas de que la Iglesia seguirá apoyándolos y entendiendo sus dificultades para vivir el catolicismo en el medio actual. El retiro fue una buena oportunidad para apoyarse mutuamente y para darse cuenta de que no están solos al enfrentar los asuntos que ocupan su mundo.
Luego, la semana pasada, tuve la gran alegría de celebrar el matrimonio de dos jóvenes católicos maravillosos. Sencillamente, ellos hacen parte de las personas jóvenes más agradables que he conocido recientemente. Provienen de dos grandes familias católicas y sus padres estuvieron radiantes durante toda la ceremonia. La celebración del matrimonio de sus hijos fue una confirmación para ambas familias de que todo su testimonio de fe y trabajo duro en la crianza de estos dos jóvenes fue un esfuerzo que valió la pena.
Ellos enfrentan un mundo muy diferente del que sus padres enfrentaron al comienzo de su matrimonio. Sin embargo, los dos irradiaban esperanza y porvenir. Las parejas jóvenes siempre comienzan con esperanza y gran alegría – estos dos parecían saber que su fe católica era un componente de vital importancia en su futuro. Ellos seguirán necesitando de todo el amor y de todo el testimonio de fe de sus padres, pero desde donde empiezan, no sólo creo que tendrán un gran comienzo sino que también continuarán con una larga tradición de éxito.
Cada una de estas experiencias recientes me lleva a creer que las generalizaciones contemporáneas de los grupos de gente joven que con frecuencia nos ocasiona motivo de gran preocupación, son sólo parte de lo que está sucediendo y veo ejemplos muy claros de que hay otra parte de la historia.