Descubriendo la voluntad de Dios en el nuevo año
By OBISPO BERNARD E. SHLESINGER III | Published enero 6, 2023 | Available In English
El comienzo de un nuevo año es un momento en el que muchos deciden ser más disciplinados para mejorar su salud y estilo de vida. Sin embargo, por buenos que sean los propósitos de superación personal, es posible que no tengan nada que ver con dar gloria a Dios.
Recuerdo la primera reunión con mi director espiritual en el seminario, en la cual compartí mis planes al comienzo de un año académico. Después de escuchar mi plan de crecimiento de vida, él me dio algunos consejos: “Dios no está concentrado en tu plan, pero tiene un plan para ti; necesitas estar abierto a este plan a medida que disciernes su voluntad, ya que puedes estar planeando una vida en la que Dios no tiene espacio para maniobrar y en la que tú tienes el control de todas las interrupciones y los resultados deseados”.
Muchos de nosotros hemos escuchado la frase: “Ayúdate que Dios te ayudará”. Pero lo verdaderamente importante es que “Dios ayuda a aquellos que oran”. La mejor resolución para el nuevo año debería centrarse en nuestra relación con Dios y en descubrir su voluntad y cuidado providencial.
En el relato evangélico de la visita de Jesús a la casa de Marta y María, podríamos suponer que Marta era una anfitriona bien preparada. Sin embargo, ella no planeó que su hermana María se sentara y no ayudara a atender a los visitantes. Como resultado, Marta nunca pudo sentarse a los pies de Jesús ni escucharlo hablar. María, en cambio, eligió la mejor parte, la cual era su resolución al comienzo de la visita del Señor.
Durante la temporada navideña, podemos observar cómo nada estaba planeado hasta el último detalle en la natividad de Nuestro Señor. María y José encontraron el establo solo porque no había lugar para ellos en la posada. Los pastores fueron guiados al pesebre por un ángel y los Reyes Magos fueron guiados por una estrella para adorar al Rey recién nacido. El propósito más importante de todos los personajes de los que escuchamos en la natividad de Nuestro Señor era dejarse guiar por Dios en lugar de confiar en su propio entendimiento y recursos. En el bautismo de Nuestro Señor, vemos que Jesús mismo fue guiado por el Espíritu y no por un deseo de mejorarse a sí mismo.
Podemos hacer resoluciones y planes sobre cómo estar mejor en el futuro y tener más éxito. Estoy seguro de que todos queremos estar orgullosos de algún logro, sentirnos mejor y experimentar una mayor independencia. Quizás deseemos perder peso, cambiar un comportamiento o comenzar un nuevo proyecto, lo cual quizás solo fomente un sentido de orgullo y autosuficiencia. Razonamos que, si ejercemos un mayor autocontrol, estaremos mejor a medida que tomemos un mayor control de nuestra vida.
Pero la vida no es algo que fabricamos o manipulamos. Necesitamos permitir que Dios pueda opinar sobre ella. La vida es un don de Dios, y la paz es un don de Cristo. Él sostiene nuestras vidas con su gracia si estamos dispuestos a recibirla. A medida que comenzamos este nuevo año, dedicar tiempo a escuchar a Dios marcará la diferencia porque la plenitud de la vida no se encuentra en lograr algo sino en recibir a Alguien y en vivir bajo la luz de su amor.