La importancia de la salud en el ministerio
By BISHOP JOEL M. KONZEN, S.M. | Published septiembre 29, 2022 | Available In English
Cuando le preguntaron a Jesús, cuál era el mandamiento más importante, él respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. Después, añadió: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Vale la pena señalar que la respuesta de Jesús tiene un enfoque que hoy podría ser llamado holístico, ya que envuelve todas las diversas dimensiones que están involucradas con el amar a Dios: mente, corazón, alma y fuerza física.
Sabemos que no siempre somos capaces de reunir estos factores en igual grado, quizás porque hay situaciones en nuestras vidas, y los santos son testigos de esto, en las que nuestro bienestar espiritual puede estar en mejor estado que nuestro bienestar emocional; o que nuestra condición racional puede estar en mejor estado que la física. Mi punto aquí es solo decir que Jesús indica que debemos atender a nuestro Dios en todos los niveles, por así decirlo, señalando que hacemos bien en mantener nuestra salud en cada una de esas áreas para que podamos acercarnos a él completamente vivos y plenamente conscientes.
Gran parte de la labor que llevamos a cabo hoy con nuestros candidatos al sacerdocio ha tomado en serio esta postura de salud holística, ya que actualmente nos concentramos en cuatro dimensiones de la preparación sacerdotal: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Nuevamente, la idea es buscar desarrollar un sacerdote maduro y saludable, capaz de servir como pastor gracias a la fortaleza que ha cultivado y está demostrando en estas cuatro áreas críticas. La formación humana hace un énfasis especial en la integración del desarrollo físico, moral, mental y psicosexual del candidato. Un sacerdote o candidato al sacerdocio que esté fortaleciendo estas áreas de formación inicial y permanente puede ser un recurso sólido como ministro y pastor de su pueblo.
En la reciente Convocatoria Arquidiocesana de Sacerdotes, el área de formación humana fue tema de algunas presentaciones y discusiones, particularmente las formas en que el bienestar mental y físico influye en el bienestar espiritual y pastoral del sacerdote. Entre otros temas, el presentador habló sobre cómo los sacerdotes pueden manejar el estrés y evitar la ansiedad, en medio de agendas muy ocupados y una amplia gama de responsabilidades; y recordó a los sacerdotes que la ansiedad tiende a cerrar alternativas que impiden explorar soluciones y objetivos con curiosidad y claridad.
Por supuesto, el bienestar no es solo para los sacerdotes, pero su prominencia en el liderazgo de la vida de la Iglesia hace que sea importante que dediquen suficiente tiempo y atención a lo que se necesita para estar saludables en todas las dimensiones y poder llevar a cabo la vocación que Dios les encomendó. Nosotros, los obispos, estamos complacidos de saber que la formación actual del seminario, así como la selección para ingresar al mismo, es mucho más exhaustiva que antes. Aquellos de ustedes que ven a nuestros seminaristas en asignaciones parroquiales pueden notar el resultado de este enfoque multifacético de la formación. Una postura que toma en cuenta la mejor manera de cuidarse a sí mismo para mantenerse saludable en el ministerio. Quizás también puedan apreciar que los sacerdotes que se ordenan de nuestros seminarios están dispuestos a atender los aspectos espirituales, mentales y físicos de su bienestar porque entienden cómo esto afectará su preparación y eficacia como pastores.
Es importante que todos oremos por los hombres en formación al sacerdocio y por nuestros sacerdotes, quienes buscan avanzar y mantener su propio bienestar para poder ayudar a aquellos a quienes sirven a hacer lo mismo. Jesús continúa demostrando que sus enseñanzas para una buena vida son pertinentes para nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras almas y nuestros cuerpos; y que, cuando estamos lo “mejor” posible en todas estas áreas, estamos equipados para la adoración y el servicio.