Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

El don maravilloso de la santísima Eucaristía  

By ARZOBISPO HARTMAYER, OFM Conv. | Published julio 8, 2022  | Available In English

El fin de semana del 17 y 18 de junio, la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, presenció el regreso del Congreso Eucarístico de la Arquidiócesis de Atlanta en el Centro Internacional de Convenciones de Georgia. Después de una pausa de dos años debido a la pandemia del COVID-19, este fue el 25º congreso. 

Habiendo sido celebrado por primera vez en 1996 por el difunto Arzobispo John Francis Donoghue en la Iglesia del Espíritu Santo en Atlanta, el Congreso ha crecido a lo largo de los años para convertirse en una celebración de la fe eucarística no solo para los católicos de toda la arquidiócesis, sino también para muchos en los Estados Unidos que recorren largas distancias para estar con nosotros. 

Archbishop Gregory J. Hartmayer, OFM Conv. Photo by Michael Alexander

El 25º Congreso fue una hermosa expresión de nuestra fe en la presencia real de Cristo en la santísima Eucaristía y un recordatorio tangible de la promesa de Jesús: “¡Estaré siempre con ustedes!” Desde el servicio de sanación del viernes por la noche hasta las diversas sesiones del sábado, la procesión de la mañana y la misa de clausura de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, el Congreso fue verdaderamente una celebración que reflejó la riqueza y diversidad de esta Iglesia local. 

Los oradores, la música y las muchas exhibiciones, fueron inolvidables. Como inspiración adicional, tuvimos la oportunidad de venerar las reliquias de dos hombres que vivieron el amor por la Eucaristía, el Beato Carlo Acutis y San Manuel González García. 

Organizar y llevar a cabo un esfuerzo de este tipo sin el trabajo incansable de innumerables personas, en su mayoría voluntarios que sirven por un largo período de tiempo, no es una tarea fácil. Mi más sincero agradecimiento al Diácono Dennis Dorner, presidente del Comité del Congreso Eucarístico, y a los miembros de su equipo por su gran trabajo. Gracias también a los más de 300 voluntarios del Centro Católico y de nuestras parroquias y misiones que trabajaron detrás de escena.  

Este año, un coro arquidiocesano de numerosas parroquias, dirigido por Dónal Noonan, director de música del Santuario de la Inmaculada Concepción en Atlanta, añadió una gran belleza a nuestras liturgias. Estoy muy agradecido con Dónal y el coro. Doy gracias también al clero, los religiosos y religiosas, los oradores, los músicos, los guardianes eucarísticos, los representantes parroquiales, los expositores, los patrocinadores y a todos los que contribuyeron con este esfuerzo. Si me he olvidado de alguno, le agradezco doblemente.  

En la misa de clausura, 95 representantes de todas las parroquias y misiones de la arquidiócesis fueron comisionados como Misioneros del Reavivamiento Eucarístico que marca el inicio de un programa de renovación eucarística. Su tarea es trabajar con sus párrocos en el desarrollo de programas de catequesis y renovación en sus respectivas parroquias. 

La renovación es parte del Avivamiento Eucarístico Nacional, una iniciativa de tres años patrocinada por los Obispos de los Estados Unidos, que culminará con un Congreso Eucarístico Nacional que se llevará a cabo en Indianápolis del 17 al 21 de julio de 2024. La misión del avivamiento es “renovar la Iglesia encendiendo una relación viva con el Señor Jesucristo en la Sagrada Eucaristía”. Su visión es “inspirar un movimiento de católicos en los Estados Unidos sanados, convertidos, formados y unificados por un encuentro con Jesús en la Eucaristía y enviados en misión para la vida del mundo”. 

En palabras del Obispo Andrew Cozzens: “queremos dar inicio a un incendio, no a un programa”. La iniciativa es una respuesta al llamado del Papa Francisco de que todos nos convirtamos en discípulos misioneros: “Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos «discípulos» y «misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros»”. (Evangelium Gaudium, no. 120) Y el mensaje que debemos proclamar como “discípulos misioneros” es el amor que encontramos en la Santísima Eucaristía: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”. (Juan 3,16) No solo Dios nos dio a su Hijo, sino que Jesús nos dejó el gran don de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía.  

“Les aseguro que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”. (Juan 6, 53-56) Cuán bendecidos somos de tener la Eucaristía como “fuente y cumbre” de nuestra fe católica. 

El gran desafío del Congreso Eucarístico es llevar a nuestras parroquias y misiones la misma devoción y alegría que presenciamos en aquellos días maravillosos. Hay varios recursos disponibles para la renovación eucarística en curso. Les recomiendo los siguientes como buenos puntos de partida:  

Los Obispos de los Estados Unidos han publicado un sitio web especial para el Avivamiento Eucarístico Nacional. Pueden acceder a este en EucharisticRevival.org. Los invito a leer la Carta Pastoral de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos titulada, “Misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia”, la cual se publicó en noviembre de 2021 (www.usccb.org/resources/mystery-eucharist-life-church).  

Nada sustituye el encuentro personal con el Señor Jesús en la recepción de la sagrada Comunión, en nuestra oración ante el Señor en el Sagrario y en la adoración eucarística. Y una vez que encontramos al Señor en el Santísimo Sacramento, debemos poner nuestra fe en acción respondiendo a las necesidades de nuestro prójimo. 

En su discurso del Ángelus de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Santo Padre mencionó los milagros de los panes y los peces. 

“A veces se corre el riesgo de confinar la Eucaristía a una dimensión vaga, lejana, quizás luminosa y perfumada de incienso, pero lejos de las situaciones difíciles de la vida cotidiana”, dijo. “En realidad, el Señor se toma en serio todas nuestras necesidades, empezando por las más elementales. Y quiere dar ejemplo a los discípulos diciendo: «Dadles vosotros de comer», a esa gente que le había escuchado durante la jornada. Nuestra adoración eucarística encuentra su verificación cuando cuidamos del prójimo, como hace Jesús: en torno a nosotros hay hambre de comida, pero también de compañía, hay hambre de consuelo, de amistad, de buen humor, hay hambre de atención, hay hambre de ser evangelizados. Esto encontramos en el Pan eucarístico: la atención de Cristo a nuestras necesidades, y la invitación a hacer lo mismo hacia quien está a nuestro lado. Es necesario comer y dar de comer”. 

Que estas palabras nos inspiren y nos desafíen durante el comienzo de nuestra renovación eucarística. Recemos todos juntos:  

Padre celestial, 

¡fuente de toda vida! 

Envíanos tu Espíritu Santo, 

para que podamos reconocer 

y crecer en el amor de Cristo 

presente en la Eucaristía, 

¡quien se entregó por nosotros! 

Él es nuestro Señor y nuestro Maestro, 

nuestro amigo y nuestro alimento, 

nuestro sanador y nuestra paz. 

Danos el valor para llevar su fuerza 

y su alegría a cada persona! 

Por Cristo nuestro Señor, ¡amén!