Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Una serie extraordinaria de papas

Published diciembre 10, 2021  | Available In English

Bishop Joel M. Konzen, S.M.

Fui ordenado diácono en mayo de 1978. Solo tres meses más tarde, el Papa Pablo VI murió tras 15 años de papado. En ese mismo mes, el Papa Juan Pablo I fue elegido, pero murió solo 33 días después. Luego, en octubre, se eligió al Papa Juan Pablo II, quien permaneció en el cargo durante los siguientes 26 años. Por esta razón, 1978 es conocido como el año de los tres papas. Como muchas otras cosas en la Iglesia Católica, este no ha sido el único suceso de este tipo; algo similar ya había sucedido en 1276.

Sin embargo, a partir del momento en que fui ordenado sacerdote en 1979, solo ha habido tres papas en el cargo. El primero de ellos, Juan Pablo II, ahora San Juan Pablo II, ha sido el tercer papa que más tiempo sirvió en la historia. El segundo, el Papa Benedicto XVI, todavía vive en la Ciudad del Vaticano a la edad de 94 años. Y, por supuesto, su sucesor, el Papa Francisco, quien ha sido el primer papa en usar ese nombre y fue elegido en marzo de 2013. Esta ha sido una serie bastante extraordinaria de ocupantes del trono papal.

Cada papa brinda una contribución única a la Iglesia. Cuanto más tiempo permanezca un pontífice en el cargo, mayor será su legado. El Papa San Juan Pablo II pudo visitar 129 países increíbles durante su papado, un récord de viajes que probablemente no se igualará a menos que se elija a otro papa que tenga menos de 60 años, como lo fue Juan Pablo. El impacto de San Juan Pablo II todavía se siente en la cantidad de órdenes y movimientos religiosos nuevos en la Iglesia que surgieron durante su mandato. Su “nueva evangelización” y Teología del Cuerpo se han extendido por todo el mundo católico. Sus otros escritos se han convertido en referencias familiares en la vida de la Iglesia Católica. También se le recuerda por haber sobrevivido a un intento de asesinato al principio de su período.

El Papa Benedicto XVI fue un gran erudito, un teólogo que asesoró al Papa San Juan Pablo II durante muchos años. Comenzó la reforma de la Curia, las diversas oficinas del Vaticano, y se le pidió que dedicara una atención considerable al tema del abuso sexual dentro de la Iglesia. Sus escritos continúan siendo populares entre los lectores católicos.

El Papa Francisco está en su noveno año como Sumo Pontífice. Aún es pronto para saber cuál podría ser su legado, pero sin duda se destacarán su reciente llamado a un sínodo mundial de los obispos y su trabajo continuo para reformar la Curia vaticana. También ha tenido que abordar el tema de la protección de los menores con más ahínco que sus predecesores, lo cual no es una empresa glamorosa, pero es innegablemente necesaria. Su aguda reflexión sobre el cuidado de la tierra y sus recursos ha sido un tema permanente de su mandato.

Independientemente de quién sea el papa, los católicos nos beneficiamos de la tradición, que se remonta a San Pedro, de tener un solo líder, una autoridad central, que habla por y para la Iglesia y que representa la su doctrina. Si bien la tradición del papa como cabeza de la Iglesia ha sido un punto de división para los católicos y otros cristianos en varios momentos de la historia, he escuchado a algunos miembros de otras iglesias lamentarse de que su tradición no tenga esa autoridad única que hable definitivamente por la dirección de su Iglesia.

Rezamos por el Santo Padre en cada misa, y cada vez que me he encontrado con el papa actual, su única petición es que oremos por él. Suya es la carga de conocer la Iglesia en toda su complicada realidad, pero podemos orar para que también haya gozo al reunir a su rebaño mundial para adorar al Rey de Gloria y edificar el Cuerpo de Cristo.