Comprometidos continuamente a sanar y prevenir
By BISHOP JOEL M. KONZEN, SM | Published julio 8, 2021 | Available In English
Algunos católicos y otras personas tienen una preocupación comprensible de que el asunto del abuso sexual por parte del clero desaparecerá de la lista de los temas prioritarios que el liderazgo de la Iglesia está monitoreando o pretende abordar, especialmente a la luz de los efectos de la reciente pandemia y agitación política y social.
Es mi deseo compartirles que, durante los últimos meses, han sucedido varias cosas en forma de iniciativas y respuestas relacionadas con el abuso sexual por parte de miembros del clero. Después de la conferencia de 2019 en Roma, convocada por el Papa Francisco y denominada simplemente “Protección de menores en la Iglesia”, el Vaticano emitió en 2020 un manual de 20 páginas para guiar a los obispos a través del proceso de denuncia de casos de abuso a menores. Este documento no difirió mucho de los procedimientos ya establecidos en los Estados Unidos después de la declaración del “Estatuto de Dallas” publicado en 2002 bajo el liderazgo del ahora Cardenal Wilton Gregory. El documento de 2020 busca estandarizar, tanto como sea posible, los protocolos para reportar y procesar instancias de abuso a través de las 114 conferencias de obispos católicos romanos del mundo.
En mayo de 2020, entró en vigor oficialmente en los Estados Unidos el documento del Vaticano “Vos Estis Lux Mundi“, describiendo el procedimiento para que las personas de todo el mundo denuncien de forma anónima el abuso de menores que involucra a un obispo, ya sea a través de su participación directa o debido a negligencia o descuido de su parte. Ya un obispo electo estadounidense ha dimitido como resultado del proceso Vos Estis y, según informes, se están llevando a cabo otras investigaciones.
En noviembre de 2020, el Vaticano emitió el informe final sobre el caso del ex cardenal McCarrick, incluyendo la admisión de errores cometidos por prelados de alto rango al no dar seguimiento a denuncias anteriores de posibles violaciones a las normas contenidas en el estatuto de 2002. La mala conducta de McCarrick con los adultos quizás ha contribuido a las revisiones de la ley canónica que entrarán en vigor el 8 de diciembre de este año, las cuales describen los posibles castigos por abuso que involucra al menos ciertas categorías de adultos considerados vulnerables.
En abril de 2021, el Papa Francisco presidió un simposio en línea con representantes religiosos de todo el mundo, durante el cual muchos participantes expresaron su preocupación por el posible aumento del fenómeno del abuso sexual dentro del hogar o por parientes cercanos o amigos como resultado de la pandemia.
Durante la Visita Ad Limina de febrero de 2020 de los obispos de Georgia a las Oficinas de la Curia en el Vaticano, estuvimos en la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Allí, participamos en una presentación de dos horas en la cual el director estadounidense de la comisión explicó el alcance del problema a nivel mundial y los cálculos de dónde se encuentra la Iglesia para abordarlo. La comisión ha contado con la asistencia del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, el cual se convertirá el 1 de septiembre en el Instituto de Antropología, estudios interdisciplinarios sobre la dignidad humana y el cuidado de las personas vulnerables, que estará encargado de explorar las raíces del abuso y los mejores medios para monitorearlo y abordarlo.
Durante nuestras reuniones anuales, los obispos estadounidenses recibimos informes completos de la Junta Nacional de Revisión, los cuales detallan el progreso y especifican los pasos que se deben tomar para continuar implementando los diversos protocolos y brindar el apoyo pastoral necesario a las víctimas de abuso. En ocasiones, durante la pandemia, he participado en reuniones en línea de víctimas de abuso por miembros del clero y seguido los intentos locales para reunir a las víctimas de abuso para que participen en servicios de oración o retiros.
Nuestra Junta Asesora Arquidiocesana se reúne regularmente para abordar cualquier denuncia que se haya realizado a través de los contactos de la Oficina de Protección de Niños y Jóvenes y para garantizar que la capacitación de todo el personal de la Iglesia que trabaja con menores se cumpla escrupulosamente.
Como se ha señalado anteriormente, este tema nunca “terminará” porque el daño considerable que resulta del abuso sexual deja cicatrices terribles y dolorosas; y la necesidad de que la Iglesia se arrepienta, repare y responda es constante. Nosotros, los obispos y todos los miembros de la Iglesia, debemos comprometernos a continuar aprendiendo y orando incesantemente en materia de sanación y prevención. Que Dios nos conceda la humildad y perspicacia para mantener el rumbo a medida que damos la bienvenida a los cambios en la respuesta de la Iglesia a nivel mundial y permanecemos alerta en el frente local.