¿Será que al final triunfará el perdón?
By BISHOP BERNARD E. SHLESINGER III | Published abril 15, 2021 | Available In English
Actualmente existe una creciente “cultura de cancelación”, muy popular entre quienes se comunican a través de las redes sociales. ¿De qué se trata? Wikipedia la define como un “neologismo que designa a un cierto fenómeno extendido de retirar el apoyo, ya sea moral, financiero, digital e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se consideran inadmisibles, ello como consecuencia de determinados comentarios o acciones, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas expectativas que sobre ellas había”. Se dice que los que están sujetos a este neologismo han sido “cancelados”, silenciados y despedidos.
El enfoque de dicha cultura de cancelación es contrario a la enseñanza cristiana, ya que, según esta definición, esta cultura permite que algunos puedan condenar a otros de por vida por decisiones que tomaron o errores que cometieron. No hay redención para el pecador ni segundas oportunidades. La misericordia no tiene lugar en esta cultura y aquellos que se consideran indeseables o inadmisibles son simplemente eliminados.
Es importante recordar que Dios no nos cancela porque seamos pecadores. No habría un San Pablo si no hubiera habido primero un Saulo, quien persiguió a la Iglesia primitiva. San Pablo sabía bien cuán misericordiosamente fue tratado por Jesús en el camino a Damasco. En la cultura de la cancelación, no habría Santa María Magdalena, la primera en proclamar el Evangelio de la Resurrección, si ella no hubiera sido tratada primero con misericordia por Jesús.
Sí, es cierto que hay santos que parecen no haber tenido ningún defecto y que quizás podrían haber sobrevivido a la cultura de la cancelación, por ejemplo, nuestra Santísima Madre, San José o Santa Teresa. Pero hay muchos que tienen una hoja de vida que no les daría un lugar primordial en la Iglesia. San Pedro no fue cancelado después de negar a su Señor.
¿Cuál es mi punto? ¡Los pecadores predican bien el Evangelio! Santa María Magdalena fue la primera apóstol; San Pedro, quien negó a Jesús, se convirtió en el primer Papa y San Pablo, se convirtió en el Apóstol de los Gentiles.
Para nosotros, los cristianos, sin importar cuán lejos pensemos que estamos de Dios o qué tan terribles sean nuestros pecados, no hay necesidad de desesperarse. San Juan Crisóstomo nos dice, “Que nadie se lamente por haber caído una y otra vez, porque el perdón ha resucitado de la tumba”. Para el pecador, el descarriado o el infiel, lo mejor puede estar por delante de ellos en el futuro. Podemos aprender del pasado, pero los cristianos podemos elevarnos a una nueva vida con Cristo durante la Pascua. San Agustín nos recuerda que “Somos gente de Pascua y Aleluya es nuestro canto”.
Uno de los saludos de un obispo durante la misa es “¡La paz esté con ustedes!” En la liturgia, este saludo está reservado para el obispo, pero en realidad es algo que todos deberíamos estar dispuestos a conceder. Dicha frase tiene su origen en el Evangelio de Juan, en la Pascua, cuando Jesús sopla el Espíritu Santo sobre sus apóstoles y les encarga el ministerio de la reconciliación y no el ministerio de la cancelación.
Por lo tanto, debemos estar conscientes de la cultura de la cancelación, la cual tiene como objetivo intimidar, desacreditar o rechazar a los que ahora son enviados a predicar el Evangelio. Nosotros, quienes somos gente de Pascua, debemos continuar cantando himnos de alabanza a Dios y refutando la cultura de la cancelación con nuestra esperanza.