Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Las imágenes tienen el poder de generar esperanza y alegría

By Archbishop Wilton D. Gregory, Commentario | Published febrero 7, 2019  | Available In English

Cada año, durante el evento juvenil arquidiocesano del Dr. Martin Luther King Jr., el desempeño de los estudiantes del jardín infantil de la escuela de Santo Tomás Moro cautiva los corazones de la audiencia. A pesar de demostrar los rasgos y travesuras características de un grupo de niños precoces de 5 años, estos jovencitos son de una inocencia encantadora. Aún más profundamente, ellos nos ofrecen una mirada esperanzadora sobre el significado del sueño del Dr. King, el cual apuntaba hacia un futuro en que “los niños y niñas negras pudieran unirse a los niños y niñas blancas como hermanos y hermanas”.
Estos jóvenes representan la imagen de un mundo que anhelamos, con su apertura a un futuro común unido y su evidente amor mutuo. Todos necesitamos imágenes como estas para darle esperanza a nuestros corazones, tan a menudo desanimados por el odio que parece dominar las redes sociales. Ellos son la imagen de una promesa inocente y nos reiteran que el futuro no está perdido.
Cuando consideramos el poder de las imágenes en nuestros corazones y mentes, no necesitamos mirar más allá de los comerciales que se trasmiten durante el Super Bowl. A menudo tan memorables como el juego en sí, estos fragmentos de 30 segundos de publicidad amable, divertida, conmovedora y memorable están diseñados por los genios de Madison Avenue y por otras personas, no solo para vender cerveza, papas fritas y camiones, sino para dejarnos una impresión duradera. Nos enseñan a través del poder de los efectos visuales, y en ocasiones tienen éxito al inspíranos a tener esperanza y motivar nuestros corazones. Además pueden ayudar a contrarrestar las interminables imágenes de violencia, odio e intolerancia que inundan las redes sociales.
El contenido de estos anuncios es claramente secular. No están inspirados por la religión ni impulsados ​​por la doctrina, pero frecuentemente apelan a lo mejor de nosotros mismos. En última instancia, puede que estén destinados a ayudar a vender un producto, pero muchas veces, después de verlos, nos sentimos mejor con nosotros mismos, con nuestra sociedad y con nuestro país.
Tales imágenes corporativas pueden a veces enfurecer a la gente. Hace varios años, General Mills emitió un comercial que mostraba a una familia mixta en la que una niña pequeña echaba Cheerios sobre su padre dormido para “proteger su corazón”. General Mills recibió varias respuestas hostiles de personas que desaprobaban la imagen de una familia mixta feliz. Gracias a Dios, General Mills no cedió y, de hecho, transmitió en otros horarios a esta misma familia. Incluso las corporaciones entienden que nuestra sociedad necesita imágenes positivas para avanzar como pueblo, a pesar de las objeciones de aquellos cuyos corazones pueden haberse vuelto amargos, temerosos e intolerantes.
Nuestra Iglesia necesita hacer un mejor uso de tales imágenes para promover nuestros valores, alegría y principios cristianos. San Juan Pablo II dominó este arte y el Papa Francisco continúa ofreciéndonos imágenes que nos inspiran, deleitan y animan. Juan Pablo usaba regularmente el sombrero típico de los pueblos nativos que visitaba. En el evento juvenil en el estadio de hockey de St. Louis durante su visita pastoral de 1999, utilizó su bastón haciendo un gesto de una jugada para deleite de los jóvenes asistentes y los fanáticos del hockey a nivel mundial. Esas imágenes evocaron su humanidad y la profundidad de su alegría cristiana.
El Papa Francisco permite que los pequeños le pellizquen la nariz, que los jóvenes se sienten en su silla papal y besa a innumerables bebés que son puestos en sus brazos durante los eventos papales. Estas imágenes causan que el papado tenga una relación más cálida con personas de todo el mundo.
¡Esos preciosos niños del jardín infantil de la Escuela de Santo Tomás Moro, los inspiradores y motivadores comerciales del Super Bowl y la calidez y humildad del Santo Padre, son imágenes dispares y aparentemente no relacionadas que le brindan a la gente los destellos de alegría y esperanza que debemos anhelar!