Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photo By Michael Alexander
(L-r) The Georgia Innocence Project’s Grace Akan, deputy director, Clare Gilbert, executive director, and exoneree Calvin C. Johnson Jr. were the featured speakers during the first Sybil M. Robinson Social Justice Forum at St. Anthony of Padua Church, Atlanta, Oct. 22.

Atlanta

Foro inaugural de justicia social destaca la labor del Proyecto de Inocencia de Georgia

By ERIKA ANDERSON REDDING, Especial para el boletín | Published noviembre 2, 2017  | Available In English

ATLANTA—Sybil Robinson era una mujer apasionada por la justicia social y por ayudar a los necesitados, y a través de su liderazgo en la iglesia de St. Anthony of Padua, compartió esa pasión con otros. El 22 de octubre, casi un año después de su muerte repentina, sus amigos y familiares se reunieron para la inauguración del Foro de Justicia Social Sybil M. Robinson en su querida parroquia de Atlanta.

Calvin C. Johnson, Jr. shares how he spent sixteen years behind bars for a wrongful conviction of rape and related charges. Once DNA testing conclusively proved him innocent, he was freed in 1999 as Georgia’s first DNA exoneree. Photo By Michael Alexander

El santuario de St. Anthony of Padua estaba lleno el día del evento, el cual contó con la presencia de Clare Gilbert y Grace Akan del Proyecto de Inocencia de Georgia (GIP por sus siglas en inglés). Lo más destacado del evento fue el orador Calvin C. Johnson Jr., quien fue liberado de prisión en 1999 como la primera persona en Georgia en haber sido exonerada por pruebas de ADN.

Akan, la subdirectora del proyecto, habló primero y compartió algunas estadísticas. Se estima que en Georgia y Alabama, donde trabaja el GIP, hay 2.500 personas que han sido condenadas injustamente, aproximadamente del 3 al 5 por ciento de todos aquellos en prisión. Aunque esto afecta a personas de todas las razas, orígenes y etnias, la mayoría de aquellos que han sido exonerados han sido afroamericanos.

Akan dijo que su misión es “liberar a quienes han sido condenados injustamente, encontrando evidencia que conduzca al autor real del delito”; pero su trabajo tiene desafíos. Incluso si la evidencia está disponible, lo cual es poco común, dijo, a menudo existen restricciones que impiden utilizarla en la corte.

“Además, los fiscales y los tribunales no quieren admitir sus errores”, añadió. “Así que frecuentemente es una lucha cuesta arriba”.

Cualquiera puede ser víctima de una condena errónea, dijo Akan. El GIP también trabaja para ayudar a aquellos que han sido exonerados a recuperar sus vidas. Al igual que muchos estados, Georgia no tiene una ley de compensación para quienes han sido condenados injustamente. Por lo tanto, aquellos exonerados deben encontrar un hogar, una fuente de ingresos y otros recursos, a menudo después de años, incluso décadas, de haber estado en prisión.

Gilbert, la directora ejecutiva de GIP, dijo que Johnson, quien fue injustamente condenado y encarcelado durante 16 años por una violación que no cometió, por desgracia no es el único caso.

“Lamentablemente, 16 años en la cárcel no es inusual”, dijo Gilbert. “Actualmente tenemos un cliente que ha estado en prisión por 41 años por un delito que estamos seguros que no cometió”.

El proceso de revertir una condena injusta puede tomar mucho tiempo, añadió.

“Una vez que eres condenado, ese derecho de presumir que eres inocente desaparece”, dijo. “Tienes el derecho constitucional a una apelación, pero no tienes ningún derecho constitucional de inocencia, incluso si los hecho demuestran tu inocencia. Tenemos casos en donde el privilegio entre el abogado y el cliente triunfa sobre la inocencia”.

Gilbert es una apasionada de su trabajo.

“Como puedes notarlo, esto hace que me hierva la sangre. Esta injusticia me enfada muchísimo y esa indignación es la que me motiva a seguir adelante, pero tengo dificultades para encontrar el equilibrio en mi vida. Y yo no soy la víctima. “Imagínate lo que sienten estas personas que están en prisión por estos crímenes que no cometieron, dijo.
“¿Cómo lidian ellos con el enojo, la frustración y la rabia? Allí es donde Calvin entra. Él ha vivido esto, y tiene una lección para todos nosotros. Él logró convertir esto en algo positivo y bueno, y es una inspiración para todos”.

Era un hermoso día en la década de 1980. Johnson, en ese entonces un joven de 25 años, regresaba caminando a casa del gimnasio y dijo sentir una sensación extraña. Nunca se imaginó que ese día sería arrestado, más adelante llevado a juicio y condenado por una violación que no había cometió.

“Nunca pensé que estaría algún día en prisión. Este es un gran país. Crecí en este gran país. Cada vez que escuchaba que alguien había sido arrestado, pensaba ‘es culpable’. Cada vez que alguien es declarado culpable, tú piensas, ‘el juez dice que es culpable, por lo tanto lo es’. Creí eso por años”, dijo.

Después de su arresto, lo tiraron en una celda fría y húmeda.

“Ellos me esposaron tan fuerte que todavía tengo pequeñas marcas en mis muñecas”, dijo. “No dejaba de pensar que en cualquier momento se darían cuenta de que habían cometido un error y que me dejarían en libertad. Pero eso nunca sucedió”.

En su juicio, Johnson vio cara a cara a quien lo acusó, una mujer a la que nunca había visto en su vida. A pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario, incluyendo el entonces muy distintivo vello facial de Johnson, el jurado, compuesto todo de personas blancas, condenó al hombre afroamericano.

Johnson hizo lo que pudo para sobrevivir en prisión, donde fue testigo de violencia y odio.

“Con el paso de los años, me convertí en alguien frustrado y enojado y muy, muy molesto. No podía entender por qué estaba en prisión si era inocente”, dijo. “Llegué al punto de comenzar a cuestionar a Dios. Y casi llego a querer darle la espalda, porque no entendía”.

Entonces Johnson comenzó a asistir a los servicios de la Iglesia, y poco a poco, cambio su manera de sentir.

“La Palabra de Dios comenzó a adentrarse y a nutrirme, a pesar de que yo no lo notaba”, comentó. “Recuerdo sentirme muy frustrado. Yo era como una banda elástica, estirada tan finamente que en cualquier segundo iba a reventar. Llegué al punto donde la carga era demasiado pesada para mí. Fue entonces cuando me puse de rodillas. Y fue allí cuando mi vida cambió”.

Johnson comenzó a orar por los detectives, los fiscales y los miembros del jurado que lo habían condenado.

“Finalmente, me sentí libre,” dijo. “El peso desapareció”.

Poco después de su despertar espiritual, Johnson escuchó hablar de la nueva ciencia detrás de las pruebas de ADN. Él compartió su historia con un consejero legal que visitó la prisión. Él, más adelante se comunicó con el Proyecto de Inocencia, que en aquel entonces estaba en New York únicamente. Después de investigaciones y pruebas, el ADN demostró que Johnson no había podido cometer el delito, y en 1999 fue exonerado de todos los cargos.

Johnson, ahora un hombre libre, ha trabajado como supervisor de MARTA por muchos años, y tiene una esposa e hijos. Él ha compartido su historia alrededor del mundo y en su libro, “Salida a la libertad”.

Sybil M. Robinson Social Justice Forum planning committee member, Pamela Tennell, left center, is hugged by Martha Robinson, the mother of the late Sybil M. Robinson, after Robinson is presented with an autographed copy of Calvin C. Johnson, Jr.’s personal memoir of wrongful conviction, “Exit to Freedom.” Photo By Michael Alexander

“No siempre es fácil, pero la gente necesita escuchar que cuando ves la televisión y oyes que un violador o un asesino ha sido capturado, podrías pensar, ‘¡Estoy muy contento de que hayan capturado a ese tipo! Espero que le den cadena perpetua'”. “Puede que él sea culpable y que merezca una condena a cadena perpetua; puede que merezca estar encerrado. Pero antes de condenarlo sin un juicio justo, dale el beneficio de la duda. Podría tratarse de una persona que ha sido acusada falsamente”.

Johnson recibió una ovación de pie después de su charla y firmó ejemplares de su libro en una recepción en el Salón Adamski de la iglesia.

Muchos miembros de la familia de Sybil Robinson viajaron a Georgia para asistir al primer foro en su honor. Su madre, Martha Robinson, viajó desde California.

“Quería representar a mi hija. Esto es verdaderamente un honor para ella”, comentó.

Faith Ough, la prima de Robinson, viajó desde Arizona para el evento.

“Gran parte del espíritu y la energía de Sybil estuvo dedicada a ayudar a personas inocentes y pobres, realmente a cualquiera que lo necesitara”, mencionó Ough. “Siento que tener un evento con alguien como Calvin es honrar a Sybil, porque él está libre debido a gente como mi prima”.

Pam Tennell, una feligrés de St. Anthony, se emocionó al hablar de su amiga Robinson.

“Es un día agridulce, es muy conmovedor, pero la extraño muchísimo. Sybil realmente utilizó su voz para ayudar a aquellos que no la tienen. Ella no nos daba tiempo para descansar”, dijo. “Tenemos que continuar predicando el amor de Dios y superando nuestras zonas de comodidad como ella lo hizo. Su legado fue su servicio apasionado, y nuestro objetivo es continuar impulsándolo”.


Para conocer más sobre la labor del Proyecto de Inocencia de Georgia, visite www.georgiainnocenceproject.org.