Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

La brecha en el camino hacia Dios puede ser reparada

Published abril 6, 2017  | Available In English

Actualmente todos enfrentamos un agravante común debido al gran incendio que causó el desastre en la I-85. Porciones de nuestra ciudad y suburbios están aislados unos de otros, o al menos parecen estar separados por la terrible congestión vehicular con la que debemos lidiar durante los próximos días. Las distancias que separan a las comunidades y barrios han aumentado, no físicamente, sino debido al tiempo para llegar a estos. Es difícil no estar cerca de nuestras escuelas, trabajos, empresas, parroquias, parientes y vecinos. Ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo durará este inconveniente, pero probablemente mucho más que nuestra paciencia.

Con esta calamidad nos convertimos en parte de las noticias nacionales la semana pasada, ya que Atlanta es una pieza clave en los planes de viaje de mucha gente que pasa por Georgia. Durante sus preparativos de viaje, innumerables personas se preguntan ahora cómo pueden cruzar o evitar Atlanta.

No nos gusta la sensación de separación que ha creado este reciente evento. De igual manera, el pecado siempre nos separa de Dios y por lo tanto nos aliena los unos a los otros. La próxima semana celebraremos el sacrificio de Cristo, cuya muerte y resurrección reparó la relación de la humanidad con Dios. La pasión, muerte y resurrección de Jesús restaura nuestra cercanía con Dios y reconstruye nuestra unidad mutua.

Nos disgusta estar aislados y pasar inconvenientes con trastornos de viaje, pero debemos estar aún más agitados cuando estamos separados de Dios y de nuestros hermanos. Adán y Eva, nuestros primeros padres, introdujeron esta relación destructiva, pero todos nosotros hemos contribuido a los desastres que nos separan de Dios. El pecado se manifiesta de muchas maneras diferentes en nuestras vidas, con odios, mentiras, vergonzosos rumores, envidia, venganza, amargura y todas las demás faltas humanas que nos atormentan.

Cristo vino para sanarnos, Él vino a enmendar de una vez por todas la brecha que nos separa de Dios y nos aliena unos de otros, y para proporcionar un puente a la misericordia divina. En estas últimas semanas de Cuaresma, los invito a todos a encontrar el camino hacia el Sacramento de la Reconciliación y a comenzar de nuevo la reparación de nuestras vidas.

La Semana Santa celebra simbólicamente este acontecimiento redentor con el que reiniciamos todas nuestras relaciones y comenzamos de nuevo. No hay ningún desastre pecaminoso que la pasión de Cristo no pueda superar. No existe pecado tan grande que la misericordia de Dios no pueda perdonar, ni herida o dolor que Su amor no pueda aliviar y curar. Celebramos con agradecimiento el amor maravillosamente generoso que permitió que Cristo llevara la cruz por nosotros y luego resucitara de entre los muertos para conducirnos al Reino de su Padre.

El Domingo de Pascua, renovaremos nuestras promesas bautismales y presionaremos el botón para reiniciar nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.

Durante los próximos meses probablemente cada uno de nosotros se verá afectado por la lentitud del tráfico. Mientras estamos sentados en nuestros autos, quizás llenándonos de impaciencia y teniendo pensamientos impíos, debemos utilizar ese tiempo para recordar que Dios nos espera al otro lado del acto redentor de Cristo y Él nos llama a continuar acercándonos paciente y fielmente hacia Él con confianza. No permitamos que la congestión de nuestros pecados y faltas nos abrume, ya que Cristo ha encontrado una forma para liberarnos. Feliz Pascua, queridos hermanos y hermanas en Cristo.