Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photo by Michael Alexander
Nativity scene at St. Michael the Archangel Church, Woodstock. Photo by Michael Alexander

Proclamaré sin cesar la Misericordia del Señor

By OBISPO LUIS R. ZARAMA, Comentario | Published diciembre 22, 2016  | Available In English

Cerca estamos de celebrar la Navidad. ¿Cuál es el tiempo perfecto para la Navidad? ¿Por qué la Navidad?

Hoy nos ha nacido el Salvador. El tiempo en que nació el niño Jesús, no fue un tiempo perfecto de ninguna manera, fue una época de mucha incertidumbre, tensiones, confusión, etc.

¿Cuál entonces fue el tiempo perfecto para el nacimiento del Salvador? Fue precisamente ese tiempo, porque la venida de Dios hecho Hombre trae una esperanza a un mundo sin esperanza, trae Amor a un mundo rodeado de soledad, ofrece paz a un mundo envenenado de odio y de violencia.

Tanto en el tiempo en que nació Jesús, como en el nuestro, su presencia, su evangelio, tienen vigencia, pues conociendo nuestra realidad es allí donde Él nos ofrece abrir nuestros corazones a la esperanza.

Todos soñamos, oramos por un mundo mejor, por un mundo en paz, ¿pero es nuestra propia agenda de paz? ¿O es la agenda del Evangelio la de Jesús?

Para poder hacer posible ese mundo que Jesús nos ofrece, primero tenemos que dejar que El trasforme nuestros corazones egoístas, y que nos ayude a reconocernos imperfectos, para que nos demos cuenta que la misericordia, y el Amor solo pueden habitar, donde existe la humildad.

La Navidad nos invita a una conversión diaria en el Amor, y en la esperanza, para reconocer que nuestra conversión personal, el nacimiento de Jesús en nuestros corazones, es una prioridad, una necesidad si queremos ver que en el mundo reine la paz. Proclamaré sin cesar las maravillas del Señor.

Este es el tiempo perfecto para escuchar ese llamado del Niño Jesús, que busca posada en nuestros corazones, pues El no puede habitar en el mundo, si primero el no encuentra un lugar en el.

Feliz Navidad, es el deseo de Jesús, para cada uno de nosotros, convertidos en un pesebre viviente regalemos a nuestras familias, comunidades, ciudades y al mundo un Nuevo Año, pleno de Amor.