Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Y He Oído Visto (15 Octubre 2009)

Published octubre 15, 2009  | Available In English

Éste es el tercer sínodo de los obispos en el que participo, y creo que he comenzado a comprender la dinámica típica de este ejercicio entre colegas de autoridad pastoral. Primero que nada, estoy asombrado de que el Santo Padre puede asistir a la gran mayoría de las sesiones. Él preside y convoca todos los sínodos, pero los líderes escogidos para el sínodo realizan las actividades de cada día. El Papa escucha atentamente todas las discusiones y nunca interviene. Quiere realmente escuchar lo que el pueblo de la Iglesia quiere decir sobre temas específicos. Y aunque la gran mayoría de los participantes del sínodo son los obispos, siempre hay otras personas que participan en la conversación.

Esta asamblea especial para África ha recibido invitados ecuménicos, expertos de las Naciones Unidas, religiosos provinciales y religiosos superiores generales de comunidades de hombres y mujeres, profesores universitarios, y científicos. El aula donde se realiza el sínodo escucha las voces de hombres y mujeres de fe que abordan los diferentes temas desde una amplia variedad de experiencias.

Hay dos tipos de sínodo de los obispos: los sínodos ordinarios que tratan temas universales de la Iglesia—sacramentos, catequesis, las Escrituras, funciones y papeles dentro la Iglesia, etc.., y luego están los sínodos territoriales que convocan a obispos y expertos de una región específica del mundo. Todos los sínodos tienen dos partes: las sesiones generales donde estamos todos juntos en el Aula de la Asamblea General Pablo VI, y las sesiones de grupos más pequeños de discusión por idioma, los “círculos pequeños” que permiten conversaciones mucho más interactivas y fluidas. En cada marco, los laicos y los religiosos son invitados a participar en la conversación y ofrecer su sabiduría. Los obispos del sínodo escuchamos muy atentamente esos puntos de vista (quizás mucho más atentamente de lo que escuchamos las intervenciones de cada uno de nosotros).

Cada sínodo tiene una dinámica—primero están las presentaciones formales de unos cinco minutos de duración de los obispos y de sus delegados especiales sobre los temas del sínodo frente a la asamblea completa, y luego están las conversaciones que se realizan en el marco de los grupos pequeños. Durante el transcurso de cada sínodo, las discusiones siempre parecen fijarse en un número de problemas importantes.

La Segunda Asamblea Especial para África comienza a seguir esa misma dinámica. Los asuntos pastorales que confronta el gran continente africano están comenzando a ser clasificados y remarcados—el desafío de la inestabilidad y la corrupción política y la violencia tribual y étnica, la crisis ecológica que amenaza esta tierra tan rica en recursos naturales, la devastación del VIH-SIDA en la población, la pobreza galopante que enfrenta la gente a pesar de la gran riqueza material que hay disponible, la amenaza contra la moralidad y las costumbres africanas tradicionales debido a la intromisión e influencia de los valores seculares occidentales y el predominio de las comunicaciones, y el papel de la mujer en la sociedad africana. Estos temas han sido remarcados repetidas veces en las intervenciones. Aunque los grupos pequeños de discusión por idioma (francés, inglés, portugués e italiano) se han reunido una sola vez (para seleccionar al moderador y al secretario [persona que transmite el resumen de la conversación] de cada grupo), realmente creo que estos temas también serán el foco de estos grupos de discusión más pequeños.

Se le pedirá a cada grupo destilar sus conversaciones en varias recomendaciones y los obispos votarán por estas recomendaciones. El resultado de la votación se convertirá en la base para las prepropuestas finales sobre las cuales el Santo Padre creará detalladamente la Exhortación Apostólica, el documento final del sínodo. Se demuestra mucho respeto por las opiniones de los demás y por el tipo de intercambio de ideas que resulta en un proceso compartido.

Como obispo de los Estados Unidos de América tengo el gran privilegio de escuchar las preocupaciones pastorales del pueblo del continente africano. También tengo la obligación de manifestarle el apoyo y el afecto de la gente de nuestra nación. Tengo el honor de ver cómo el Papa Benedicto escucha las voces y los corazones del pueblo de la Iglesia para poder liderarnos, guiarnos y fortalecernos en ese oficio único que ejerce desde la perspectiva de la cátedra de San Pedro.